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16/10/2018

Seis de cada diez jóvenes no cumplen con las cuatro comidas diarias

Así surge del último relevamiento realizado por el Observatorio de Consumos Problemáticos, a cargo del Defensor del Pueblo Adjunto de la provincia de Buenos Aires, Walter Martello. 

 

El estudio mostró que el 71% de los adolescentes y jóvenes de hasta 25 años que fueron consultados reconoció nunca haber recibido consejos nutricionales por parte de profesionales. En tanto, el 47% afirmó que se saltea el desayuno y el 30% admitió que consume golosinas y/o snacks “todos” o “casi todos” los días de la semana. A su vez, el 54% dijo que no practica ningún deporte ni realiza actividad física

Los resultados coinciden con las recientes advertencias de la Relatoría sobre el Derecho a la Alimentación de la ONU en relación a “la monotonía de la dieta argentina”, la falta de aplicación efectiva de las regulaciones para limitar la publicidad de comida chatarra destinada a niños, niñas y adolescentes (NNyA), y el alto consumo de productos alimenticios altamente procesados.

El estudio de la Defensoría también arrojó que el 60% de los adolescentes y jóvenes no come diariamente verduras, mientras que el 66% no consume frutas. A su vez, el 72% reconoció que le agrega sal (“siempre” o “ a veces”) a las comidas una vez que son servidas, mientras que el 36% dijo beber diariamente gaseosas y/o jugos industriales (light o azucarados). A su vez, el 68% admitió que consume alcohol: el 12% de los consultados (es decir, uno de cada diez aproximadamente) sostuvo que toma bebidas alcohólicas “todos los días” o “casi todos los días” de la semana.

El relevamiento del Observatorio se realizó mediante entrevistas presenciales que se llevaron a cabo entre el 1º y el 12 de octubre, en localidades del Gran Buenos Aires y La Plata, abarcando 442 casos al azar, correspondientes a adolescentes y jóvenes de hasta 25 años de edad.

“Realmente, los resultados nos hizo encender una luz de alarma. Por una parte, es evidente que la difícil situación económica influye en el hecho de que no se pueda cumplir con las cuatro comidas diarias y en la baja calidad nutricional de los alimentos que se consumen. Pero también hay importantes factores culturales que impactan de lleno y que demandan acciones urgentes desde los distintos niveles del Estado”, destacó Martello.

El responsable del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos remarcó que “desde la Defensoría venimos trabajando en una serie de iniciativas para contribuir a que el cuidado de la alimentación sea una política de Estado. En los últimos meses, hemos propuesto un nuevo sistema de rotulado de bebidas y alimentos que permita poner sellos de advertencia en la parte frontal de los paquetes o envases. También consideramos que se debe avanzar en una nueva política impositiva, que implique una mayor carga fiscal para aquellos alimentos de nulo o bajo valor nutricional, e incentivar la producción y comercialización de aquellos que aportan aquellos nutrientes esenciales que necesitan los niños, niñas y adolescentes para una vida sana”.

 

Día de la alimentación

Este 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación. Fue proclamado en 1979 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Su finalidad es concientizar a los pueblos del mundo sobre el problema alimentario mundial y fortalecer la solidaridad en la lucha contra el hambre, la desnutrición y la pobreza.

En septiembre pasado, visitó nuestro país una representante del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Se trata de la Relatora Especial sobre el Derecho a la Alimentación, Sra. Hilal Elver. Entre otros puntos, Elver advirtió que “la situación de emergencia actual puede tener un impacto directo en los niveles de pobreza y en el medio de subsistencia de las personas”.

La relatora también alertó que “la dieta argentina tiende a mostrar una monotonía de alimentos, con un consumo concentrado en un pequeño número de grupos de alimentos y tres alimentos básicos principales: carne, leche y pan. La Argentina es uno de los principales consumidores mundiales de carne, en tanto la ingesta de frutas y hortalizas es baja, con solo un 6% de la población que consume la cantidad de frutas y verduras recomendada por la Organización Mundial de la Salud”.

“El consumo de productos alimenticios altamente procesados y ricos en grasa, azúcares, sal y aditivos también ha contribuido a una nutrición deficiente, en especial entre niños y adolescentes. La Argentina es el país de la región que consume la mayor cantidad de productos ultraprocesados per cápita por año (194,1 kg), y lidera el consumo de gaseosas, con 131 litros per cápita, por año”, añadió la relatora de la ONU. Y concluyó: “Como resultado de ello, la Argentina es uno de los países de la región con los índices más elevados de obesidad entre niños/as y adultos. En la actualidad, un 40% de los/as niños/as y adolescentes y un 60% de los adultos tienen sobrepeso, y un 7,3% de los/as niños/as menores de cinco años son obesos, el índice más elevado de obesidad infantil en América Latina”.

La relatora también informó que las reglamentaciones existentes en la Argentina sobre el contenido de la publicidad “no se han aplicado de un modo efectivo como para abordar los problemas de obesidad y nutrición deficiente”.

“No hay normas específicas en relación con las publicidades de alimentos y bebidas dirigidas a los/as niños/as, ni tampoco restricciones en relación con los criterios nutricionales. Los/as niños/as menores de 12 años se encuentran expuestos a más de 60 anuncios de productos con bajo valor nutricional, que se difunden principalmente en los programas o canales dirigidos específicamente a este grupo etario”, agregó.

 

En tanto, las actuales reglamentaciones argentinas sobre etiquetado de alimentos e información nutricional y de salud tampoco cumplen con las recomendaciones internacionales. El Código Alimentario argentino establece que se debe mostrar la información sobre los ingredientes, su origen, y la fecha de vencimiento, así como los valores nutritivos, pero no exige que se declare el contenido de azúcares, por lo que a los consumidores les resulta difícil elegir opciones más saludables. En ese sentido, los estándares internacionales indican que se debería consignar claramente en envases y paquetes el contenido de nutrientes críticos como sal, azucares y grasas, de forma tal de poder prevenir enfermedades crónicas no transmisibles.

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