La crisis de la salud pública entrerriana no es ninguna “noticia”.
En los hospitales públicos de la provincia hay poco personal, trabaja mal pagado, en condiciones de riesgo edilicio y sanitario. No hay elementos de trabajo. Faltan insumos, faltan medicamentos, faltan gasas, faltan camas. Se suspenden cirugías, se cierran servicios. La infraestructura está deteriorada, falta equipamiento, falta mantenimiento. Los médicos se están yendo. Están abandonando, están sobrepasados.
Pero hay presupuesto. Unos 7 mil millones de pesos este año.
El Hospital San Antonio de Gualeguay es otra muestra más de la crisis agobiante de la Salud Pública provincial.
En el San Antonio, cuya sala de Neonatología cerró allá por el mes de mayo, hay, por ejemplo, 43 trabajadores que perciben desde hace años como único salario una cuota que es parte del arancelamiento hospitalario que llega a 500 pesos mensuales. Los médicos que allí trabajan tienen un sueldo básico de $4.200. Y hasta el año pasado no vieron un solo peso de arancelamiento.
NOTICIAUNO consultó a enfermeros, profesionales y empleados del Hospital San Antonio de Gualeguay y recabó testimonios desgarradores que muestran la realidad que no puede atenderse ni ocultarse con parches de emergencia ni con arribos intempestivos de autoridades, secundadas por guardaespaldas que intentar con la sola presencia acallar los reclamos.
La crítica situación del San Antonio no difiere en absoluto de la que atraviesan el San Martín de Paraná, o el Masvernat de Concordia, o el Santa Rosa de Chajarí. Todos los hospitales de la provincia están en terapia intensiva. Y esta situación “se agravó en los últimos ocho meses”.
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Las fuentes entrevistadas, cuya identidad pidieron resguardar porque, además de las penosas condiciones en que se presta la atención sanitaria, “hay temor”. Porque “hay persecución política”. “Quienes se atreven a denunciar lo que está pasando tienen después consecuencias”, señalaron.
En el Hospital San Antonio de Gualeguay, que “por fuera luce pintado”, pero "por dentro se cae a pedazos”, a la “escases del recurso humano” (los médicos se están yendo, no pueden trabajar por un salario mínimo de 4 mil pesos), se suma “la inestabilidad en la provisión de insumos” y una “demanda sobresaturada”, en particular después el cierre de sanatorios privados.
“Esta semana hay algunos insumos, pero la semana pasada no había nada. Literalmente nada”, relataron.
Así trabajan, día a día, los profesionales, enfermeros y el personal que a costa de su propia salud “hacen lo que pueden”.
Las declaraciones recabadas por NOTICIAUNO grafican lo que es capaz de generar la abulia estatal.
“Hace quince días no había gasa y no hubo durante 10 días. No había gasa para curar, ni para enyesar”. Tampoco tenían “cinta adhesiva” ni elementos “para hacer limpieza”. Ni siquiera “había lavandina”, dijeron.
“Con los medicamentos pasa lo mismo”.
El San Antonio “no tiene antibióticos específicos” y “esto agrava el estado de salud de los pacientes, porque discontinúan los tratamientos ante la falta de dinero para comprarlos por sus propios medios”.
La carencia y la renuncia de médicos -que no soportan más trabajar en tales condiciones de estrés- viene advirtiéndose desde todos los rincones de la provincia. Y se siente también en Gualeguay donde “hay solo dos médicos de guardia”.
“Los demás son médicos golondrinas. Vienen por un rato, hacen la guardia, la cobran y se van”, lamentan quienes deben permanecer en el hospital el resto de los días.
Los médicos golondrinas generan una situación inestable y es otro parche más de los tantos que se vienen improvisando y luego anunciando por la prensa, “porque son médicos recién recibidos que vienen al hospital a hacer un poco de experiencia y después se van a lugares donde pagan mejor”.
Al igual que en el Hospital San Martín de Paraná, en el San Antonio las “cirugías tienen dos años de atraso”.
“Solo hay dos cirujanos que son personas mayores y están agotados. Solo se hacen las cirugías de urgencia, cuando hay insumos”.
Tan extrema es la crisis que el Estado no ve, que hace pocos días “una fractura de un niño no se pudo intervenir inmediatamente porque no había espacio en el quirófano. Se estaba operando una urgencia y una programada de un año atrás”, relataron.
“Las cirugías de vesícula están esperando hace tres años”.
La situación está al bordet del colapso humano. “Todos los médicos están agotados, trabajan con máximo estrés por esta situación. Hay peleas entre compañeros porque todos están sobrepasados”.
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¿Cómo puede soportarse esta situación sin por lo menos un salario que permita subsistir?
Los médicos tienen “un básico de 4.200 pesos”. Ganan veinte veces menos que un legislador. O que el Ministro.
Además, no comprenden por qué “por la misma función hay diferencias salariales con los médicos de otras ciudades de la provincia”. Se sienten olvidados.
A los magros salarios, a veces se agrega “una suma que no llega a dos mil pesos” en concepto de arancelamiento. “El hospital empezó a cobrar arancelamiento recién el año pasado, después de 15 años”, comentaron los empleados, para advertir que “ahora está nuevamente atrasado” a pesar de que “el PAMI ya depositó el dinero”.
“No sabemos qué pasó con ese dinero”, reclamaron.
Casualidad. “Los únicos que cobraron son los enfermeros y personal mantenimiento”, es decir el personal afiliado a UPCN, el gremio que lidera el diputado provincial oficialista José Allende, y al que reporta el Ministro de Salud De La Rosa.
Por si esto fuera poco, “no hay Jefe de Guardia, hay servicios que no están creados”, y “el caudal de pacientes se ha desbordado, porque hay un solo centro privado ya que el otro cerró. Todos vienen al Hospital”.
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Tal como sucede en el Hospital Santa Rosa de Chajarí, en Gualeguay la situación del Servicio de Pediatría es gravísima: “En pediatría no se sabe hasta cuándo hay pediatras, porque son pocos y están agotados de hacer guardias solos en estas condiciones”.
El hospital tiene una “Terapia Intensiva de sólo siete camas y es un hospital de derivación de los pueblos aledaños”, con lo cual la atención siempre será insuficiente.
En las salas el panorama es igual de preocupante: “Estamos trabajando a cama caliente no damos abasto con la terapia intensiva ni en las salas”, relatan los consultados.
Señalan que “han elevado reclamos al director del hospital” y “la respuesta es a cuentagotas”.
En materia edilicia “el hospital se está viniendo abajo”.
Con la misma política de esconder bajo la alfombra, como se hizo con algunos edificios escolares en oportunidad de la Cumbre del Mercosur que se desarrolló en Paraná en diciembre de 2014, el Hospital San Antonio de Gualeguay “está pintado por fuera, pero adentro está destrozado”.
“El sistema eléctrico es del año 1.904” cuando el hospital se fundó.
Tampoco hay gas natural en la zona de guardia, por lo que “en el invierno se trabaja con estufas eléctricas”.
Además de los inconvenientes derivados de la insuficiencia de personal, el aumento de la demanda agravó también “el problema de inseguridad”. En las guardias y durante el día “trabajamos sin policías ni custodia”, dijeron los profesionales y trabajadores que admiten que trabajan con miedo. “Los pacientes se descontrolan cuando no podemos atenderlos y no hay nadie para frenar los desbordes”.
Paradójicamente, el ministro de Salud tiene una ventaja en ese punto. Ventaja que en este panorama se convierte en privilegio. Cuando De La Rosa se presentó intempestivamente ante una asamblea organizada por los Jefes de servicios que se aprestaban a denunciar a la prensa el estado del hospital San Martín de Paraná, el ministro se hizo presente ante sus colegas secundado por una cantidad excesiva de policías “nunca vista”, que llamó la atención de todo el hospital.
En cambio, en el San Antonio, los médicos “están en peligro”. “Hay mucha más demanda, la gente viene muy enojada porque no hay insumos, no se pueden hacer cirugías programadas, el edificio se cae a pedazos y encima no tenemos seguridad”, explican.
“Los médicos trabajan solos y de noche están en peligro”, reconoció personal de enfermería ante la consulta de este medio.
Aunque cueste creer en el siglo XXI, el hospital "no tenía hasta la semana pasada electrocardiógrafo. Enviaron la semana pasada uno nuevo que funciona. Porque habían mandado uno nuevo que no funcionaba”.
Todo lo que se logra en materia de equipamiento, medicamentos e insumos para continuar en la lucha “es a fuerza de pulmón”. La Cooperadora del Hospital y las donaciones permiten que la rueda siga girando.
Hay coincidencia de todo el Hospital en que "el deterioro se pronunció en estos últimos ocho meses”.
"La única solución brindada por el ministro de Salud fue cambiar al director en el mes de abril. Lo demás, sigue todo igual".
Si del presupuesto de Entre Ríos 1 peso de cada 3 se destina a la Salud, el problema evidentemente no es presupuestario. Es claramente de gestión.
Si Argentina es uno de los países con más médicos por habitante, el problema del recurso humano es de gestión.
Si los médicos están lanzados a la pelea para sobrevivir y por eso abandonan el hospital público, el problema es de gestión.
Invocar "la crisis" para explicar todo no es a esta altura un argumento sustentable. Ni creíble frente a testimonios coincidentes a lo largo y ancho de la provincia.
Y si la crisis sigue siendo el argumento, ninguna crisis es inocente. Tiene autores, partícipes y cómplices. Perjudicados y beneficiarios.
Cada peso destinado a los hospitales de la provincia proviene de impuestos, obras sociales y presupuesto que paga el pueblo.
El hospital público, máxime en gestiones peronistas, merecería una especial atención POLÍTICA. Pues los efectos directos de esta situación alarmante se sienten en amplios sectores de la población.
En palabras de Ramón Carrillo, "la salud es una DECISIÓN POLÍTICA".
Fuente: Noticiauno