El mail con la nueva lista de precios llegó el viernes a las 18:03, con el firme propósito de que ya no pueda hacerse ningún pedido con los valores “viejos”. El mensaje lo estipulaba bien clarito: a partir de hoy, todos los productos de Molinos se encarecen 9,5% en promedio. Los aceites, un 10%. Otras fábricas de alimentos la imitaron, con alzas similares.
La novedad resulta clave por dos cosas: La primera: Molinos es la principal fabricante de alimentos del país. Desde sus plantas salen las principales marcas de harinas, fideos, pastas rellenas, pan rallado, arroces y aceites. Todos productos de primera necesidad e integrantes de la canasta básica.
La segunda: la ola de aumentos se produce a pesar de que el Gobierno lograra una estabilidad cambiaria. Y de que pusiera en práctica un durísimo plan monetario, que prevé hundir a la economía en la recesión, justamente, como medida disciplinadora contra la inflación.
Desde Molinos afirman que este nuevo incremento en los precios se relaciona con la imparable alza del trigo, que acumula la friolera del 284% en el año. Y que la industria todavía no había trasladado a los productos.
También influyó el reacomodamiento de los precios de los combustibles. Desde que arrancó el año, el litro de gasoil se encareció nada menos que 65%. En YPF pasó de $20 a $33.
En línea con Molinos, otras alimenticias también aumentarán sus artículos a partir de esta semana. La láctea La Paulina es una de ellas, con subas de 12% en los quesos y de 7% promedio el resto de los productos. Sigue, en este caso, lo que ya habían informado las compañías líderes de ese sector.
También habrá, a partir de hoy, un alza generalizada en el mercado de las galletitas, también provocado por la disparada de la harina.
En la semana, otras fábricas de primera línea ya habían ajustado sus listas entre 10% y 15%. Tal como reveló iProfesional, ese movimiento fue liderado por las alimenticias de gran relevancia en el mercado local: Arcor, Mondelez, Mastellone, SanCor, entre otras.
En el plano inflacionario, el inicio de octubre luce bien distinto al imaginado por el ministro Nicolás Dujovne. Puertas adentro del Palacio de Hacienda, el equipo económico preveía un mes más tranquilo para el caso de una estabilidad del tipo de cambio.
La señal de un brusco apretón monetario -con la idea lanzada de la “emisión cero”- debería disciplinar a los precios internos. Más aún cuando acaban de reponerse las retenciones a las exportaciones, inclusive para el trigo.
Hasta ahora, el equipo económico y las principales consultoras de la City vienen manejando un escenario con una inflación de entre 4% y 4,5% para este mes, influenciado básicamente por el arrastre estadístico de un septiembre muy caliente, la suba programada de las tarifas del transporte, el aumento de las prepagas y el alza del gas.
De acuerdo con las estimaciones oficiales, el último bimestre del año debía mostrar un índice inflacionario en torno al 3%, e inclusive algunas décimas más abajo.
La ola de aumentos en los alimentos y el fuerte incremento de los combustibles -de hasta 10% la semana pasada- amenazan esa hoja de ruta. Como viene sucediendo, la dinámica de la crisis viene alterando los planes oficiales.
Por ahora, el REM del Banco Central pronostica una inflación para este año del 44,8%. Sin embargo, algunas consultoras -como la de Orlando Ferreres- ya actualizó ese dato para el 47%. Como sea, el hecho de que los alimentos y los combustibles sigan ajustando sus valores, aun con el dólar estabilizado, se hace muy complicado aventurar hasta dónde llegará la escalada inflacionaria.
Alimentos, sin ancla
El hecho de que la crisis determinara una sensible caída del consumo no termina de anclar los precios de los alimentos. Ni de los productos “secos” -que en épocas de malaria suelen ser los más buscado en reemplazo de los “frescos”- ni de éstos. El pollo y la carne vacuna también vienen para arriba, a su vez, por el impacto de la devaluación y de los costos de la logística.
Se calcula que el 70% del kilo de pollo, por ejemplo, está atado a la evolución del dólar y de las tarifas.
El plan de “emisión cero” tiene por objetivo clausurar la volatilidad del tipo de cambio. Fue lo que sucedió durante la primera semana de vigencia.
La fuerte suba de las tasas de interés, a su vez, desembocará en una profundización de la recesión, cuya duración estará directamente ligada al tiempo que lleve hasta que se pueda relajar esa política monetaria.
La dinámica tiene, a su vez, una ineludible lectura política. Salvo el caso de Carlos Menem en 1995, ningún gobierno pudo ganar las elecciones en medio de una recesión en la historia argentina reciente.
¿Excusas o razones?
A diferencia de lo ocurrido en otras oportunidades, el ajuste de los precios esta vez fue inmediato, para el próximo envío, los que empiecen a entregarse hoy lunes, y no se les respetará el precio “viejo” ni siquiera una vez más, una práctica habitual en el sector.
Esta decisión muestra la tensión que existe entre fabricantes y comerciantes en medio de la aceleración inflacionaria.
Y revela, además, la pelea intra empresarial sobre quiénes terminan por absorber los mayores costos: si los fabricantes -como formadores de precios- o la rama comercial. Y cuánto de estos incrementos se trasladarán al consumidor.
La puja es trascendental: en el caso de los aumentos de hoy hay que tener en cuenta que Molinos comercializa las marcas más reconocidas del mercado de los fideos “secos” (Matarazzo, Luchetti, Terrabussi, Canale, Don Vicente, Favorita y DelVerde).
En arroces, Molinos también lidera con sus marcas Gallo y Luchetti. Es decir, tiene una presencia impactante en ese rubro y atiende a los distintos segmentos de consumidores.
La evolución de la inflación mayorista es un buen termómetro de las tensiones. Hasta agosto acumularon un alza del 43,1%. Contra 24,3% de los minoristas.
El Gobierno apuesta a que el traslado del mayorista a las góndolas sea el mínimo posible. Pero el hecho de que la diferencia sea de casi 20 puntos le quita una buena dosis de optimismo a esa posibilidad.
Los sucesivos ajustes de septiembre y de octubre en alimentos le ponen más presión a ese traslado.
¿Estará dispuesto el Gobierno a tomar alguna medida fuera de agenda, pero que intente suavizar la dinámica inflacionaria en el rubro alimentos?
El ministro Rogelio Frigerio, uno de los que habitualmente se muestra más flexible en el gabinete nacional, negó cualquier intervención. “Los controles de precios son nocivos y ya demostraron su ineficiencia”, dice.
El Gobierno descarta tomar medidas incluso de corto plazo, a pesar de la emergencia y la impactante pérdida del poder de compra sobre todo en el caso de los alimentos. Los funcionarios, está claro, no creen en las regulaciones.
Por ahora, la única respuesta fue la ampliación del programa “Precios Cuidados” -a 550 productos- que, según observan las asociaciones de defensa de los Consumidores, incluso algunas cercanas al oficialismo, tienen graves faltantes en las góndolas de los supermercados.
El último informe del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda, rastreó que los productos de la canasta básica de alimentos aumentaron hasta un 123,7% en el último año.
La película es muy parecida a lo que se observa en la foto de hoy: que los últimos doce meses entre los productos que más aumentaron están la harina (123,7%), los fideos (64,9%), el arroz (54,6%), los huevos (53,4%), el aceite (48,9%) y el pan francés (46,6%).
El miércoles 17, cuando el Indec difunda la inflación de septiembre, volverá a quedar en claro que los alimentos son unos de los rubros que más aumentan.
Fuente: iProfesional