Una vez más, los pediatras salieron a respaldar el valor de las clases presenciales después de la decisión de interrumpir la escolaridad en el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba). Un documento de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) indicó que es un espacio “indispensable para el desarrollo y bienestar de niños, niñas y adolescentes”. Pero aclaró que, si el riesgo epidemiológico de circulación de Covid-19 es muy alto, la presencialidad debe suspenderse por un corto plazo y en un lugar focalizado.
“Si en un determinado lugar, el riesgo de circulación del Sars-Cov-2 es muy alto, creemos que las clases deben suspenderse, por un corto tiempo. Por eso la discusión no debe ser si estamos de acuerdo o no con la presencialidad, sino en qué momento las permitimos y cuándo las limitamos”, explicó Héctor Pedicino, presidente de la SAP, filial Córdoba.
El documento emitido este jueves por la organización establece que la escuela es fundamental para la adquisición de conocimientos y fortalecimiento de aspectos psíquicos y sociales. Y que su ausencia genera graves consecuencias para la salud. Junto con Unicef, la SAP instó a las autoridades a suspender las clases, si los indicadores epidemiológicos no son favorables, “durante el menor tiempo y lo más sectorizado posible”.
La sociedad que nuclea a los pediatras del país había elaborado otro documento de posición en octubre pasado, estableciendo parámetros para considerar que una situación es de bajo, medio, alto o muy alto riesgo. Esta categoría la integran las localidades o departamentos que superaron en los últimos 14 días los 200 casos por 100 mil habitantes, que registraron un aumento superior al 10 por ciento en comparación con las dos semanas anteriores y que tienen una alta ocupación de sus camas críticas.
Los indicadores que se expresan en un semáforo (verde, amarillo, naranja y rojo) fueron sugeridos por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC por su sigla en inglés). Las categorías fueron adoptadas por países como México, a mediados del año pasado. Y, con algunas variantes, por Argentina a partir de este año.
Pedicino aclaró que el mayor riesgo de infecciones no se produce dentro de la escuela sino afuera. “El problema es la circulación externa”, indicó y ejemplificó: colectivos llenos, padres que se amontonan a la salida de la escuela o eventos de alto riesgo fuera del ámbito escolar.
El pediatra valoró, en este caso, la autonomía de los gobiernos locales. Explicó que la suspensión de clases debe ser focalizada en localidades o regiones con alta circulación viral, por un corto período de tiempo.
ESTUDIO PRELIMINAR
“Las escuelas no representan el primer foco de transmisión. Son un espejo de lo que pasa en la comunidad. Cuando hay alta transmisión, eso se va a reflejar en los colegios, pero los brotes no comienzan en esos espacios”, informó Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del hospital Ricardo Gutiérrez, de Capital federal.
Para lograr que permanezcan abiertas, indicó que se deben cumplir los protocolos. Reiteró que los chicos no son los grandes dispersores de Sars-Cov-2, es decir, no son los que más transmiten.
En un ateneo organizado por la SAP, la especialista presentó los resultados preliminares de un estudio multicéntrico sobre niños, niñas y adolescentes. Informó que la mediana de edad de los casos confirmados se ubica en los 5 años. “La mayor afectación se encuentra en la etapa preescolar y escolar”, agregó.
Según el estudio, la fiebre fue el síntoma más común en los chicos y adolescentes relevados, presente en el 57 por ciento, seguido por la tos (en el 30 por ciento). Sin embargo, el 21 por ciento no desarrolló síntomas. Quienes quedaron internados, lo hicieron por un promedio de siete días. Y muy pocos ingresaron a terapia intensiva.
De esta investigación –que sigue en curso– participan 27 centros de salud del país. La muestra abarca desde recién nacidos hasta los 19 años.