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30/08/2018

El peor momento de Macri: el mercado no cree en su plan

El objetivo del Presidente era recuperar la confianza, mostrando capacidad financiera. Pero la reacción fue un agravamiento de los índices económicos.

 

Es posible que haya sido el peor día para el Gobierno en sus dos años y ocho meses de gestión: una nueva señal destinada a traer calma y restaurar la confianza recibió el peor rechazo por parte de los mercados. Y dejó la sensación de que el margen político del macrismo se achicó dramáticamente.

El dólar trepó 7,6% en una sola jornada y terminó vendiéndose a $34,50 en el Banco Nación. En simultáneo, se desplomaron los bonos de la deuda pública y también el valor de las acciones argentinas que cotizan en Wall Street, que son de las compañías más grandes y representativas del país. También se dispararon los seguros contra default (CDS), ante el temor de los financistas de que el país no pueda honrar los vencimientos de la deuda.

Lo más grave de este escenario de terremoto financiero fue que sucedió en la misma jornada en la que Mauricio Macri anunciara un acuerdo extraordinario con el Fondo Monetario Internacional, que consiste en un adelantamiento para 2019 de los fondos comprometidos para más adelante. Es decir, ante un mensaje cuyo explícito objetivo era disipar cualquier sospecha sobre problemas para pagar la deuda, la respuesta del mercado fue la de demostrar una desconfianza aun mayor.

La medida -adelantada por iProfesional el último 6 de agosto- fue escuetamente anunciada por el jefe de Estado en un mensaje de tan sólo un minuto y 42 segundos: afirmó que esa iniciativa serviría para "fortalecer la confianza y retomar el sendero de crecimiento lo antes posible".

Y que consistía en "adelantar todos los fondos necesarios para garantizar el cumplimiento del programa financiero del año próximo". Fuentes oficiales dejaron trascender que implicaría que en 2019 estarán disponibles los u$s29.000 millones del préstamo del FMI que estaban previstos originalmente para 2020 y 2021.

A primera vista, eso debería tener el efecto de un calmante potente. A fin de cuentas, si lo que generaba dudas era la falta de dólares, el anuncio apuntaba justamente a garantizar que no habría problemas de caja. Pero quedó en evidencia que los inversores están haciendo otra lectura: no tomaron el mensaje de Macri como una muestra de fortaleza sino de debilidad política. Y sólo ven un escenario de complicaciones a futuro.

 

Pulgar para abajo

En un contexto en el que el mercado reacciona mal cuando Macri trata de llevar calma por la vía de mostrar capacidad financiera, la pregunta que empezó a flotar en el ambiente político y empresarial es qué tipo de medida hace falta para cambiar el humor. Si es que aún queda margen para ello, porque hay operadores en la City que consideran que se pasó un punto de no retorno.

“Wall Street le bajó el pulgar a Macri”, fue la lectura inmediata en los centros financieros. A tal punto que desde varios bancos internacionales y fondos de inversión extranjeros comentaron a iProfesional que habían recibido llamadas urgentes de sus clientes para conocer detalles y los motivos de semejante corrida.

“Estamos sorprendidos por la crudeza de la corrida. Por la magnitud de la desconfianza en la Argentina”, describió el representante de uno de esos fondos de inversión ante una consulta de iProfesional.

Una explicación que ensayaban estos operadores es que se considera casi descartadas las chances reelectorales de Macri, lo cual pone una cuota de incertidumbre política para 2019, y en ese contexto los inversores prefieren el repliegue. Se escucharon también críticas en el sentido de un error de diagnóstico por parte del Gobierno: de hecho, nunca estuvo en duda la capacidad para pagar los vencimientos de deuda, sino que los interrogantes radicaban en la visión del rumbo económico, y eso no ha sido modificado.

Es en ese contexto que la nueva corrida del dólar es percibida como una reacción lógica: la respuesta clásica en cada crisis argentina, ante la falta de decisión política para un ajuste estructural.

Hay, por otra parte, una sensación de "rendimiento decreciente" en los anuncios de medidas oficiales y en los intentos de generar certidumbre.

Desde finales de abril a esta parte ya hubo varios pronunciamientos dando por terminada la corrida, e incluso el Gobierno ya jugó su "bala de plata": el acuerdo con el FMI, que ahora fue reformulado para captar la confianza de los inversores.

Pero nada de eso sirvió. Ni siquiera cuando el anuncio fue encabezado por el mismísimo jefe de Estado.

"Ahora, lo más importante es que el Banco Central contenga la corrida. Que estabilice el mercado", señalaron desde un banco de inversión.

Algunos economistas empezaron a advertir que con el dólar en estos niveles, y desbocado, la presión inflacionaria podría espiralizarse. En el atardecer del miércoles, un reconocido mayorista de alimentos ya había recibido el alerta de varios proveedores de que se suspendían las entregas hasta nuevo aviso.

Wall Street también sigue de cerca los movimientos políticos del Presidente. A esta altura, la cuestión refiere a si Macri dará un vuelco a su estrategia y convocará finalmente a un gran acuerdo político para hacer frente a la complicadísima situación económica y social.

El escenario político formó parte de los análisis, en medio de la intensificación de la corrida. Justamente, uno de los interrogantes que dejó el anuncio presidencial fue si la Argentina tendría solvencia para afrontar los vencimientos de deuda de largo plazo.

Es decir, que si bien el FMI adelantaba los fondos para abonar los compromisos del año que viene, la gran incógnita pasaba para 2020. Posiblemente con otro gobierno. Un artículo en el Financial Times, planteando esas dudas para el escenario 2019 y 2020, tuvo gran repercusión entre los analistas y operadores de Nueva York.

Por eso mismo, en el atardecer neoyorquino, algunas voces se alzaban para reclamarle al Gobierno un "plan de estabilización", que logre anclar las expectativas.

La intensificación de la corrida dejó la sensación de que el Gobierno ha perdido el rumbo. Que parece no tener reacción y que, en definitiva, persigue a la crisis desde atrás.

Además, que de una situación tan delicada se logrará salir con un amplio acuerdo político. Y con un plan económico.

 

Lo que no gustó

Las críticas no sólo fueron sobre la política económica propiamente dicha, sino también de forma respecto de cómo se ha manejado la comunicación política.

En Wall Street se escuchan voces categóricas de lo que no gustó de ese mensaje del Presidente. Después de todo, fue pensado exclusivamente para calmar a los operadores:

1.- De apenas 1’42”, el anuncio no contuvo ningún detalle del nuevo acuerdo con el FMI

 

2.- El tono volvió a ser pretendidamente distendido, casi como el de discurso de campaña, y nuevamente atribuyendo la "tormenta" financiera a factores externos

 

3.- Hubo un reconocimiento de debilidad por parte del Presidente, quien admitió la falta de confianza de los inversores en la economía del país

 

4.- No hubo ninguna mención a si contendría algún condicionamiento adicional por parte del organismo. Después de todo, se trataría de adelantar dinero que, según estaba pautado, sólo llegaría al país en cuotas trimestrales, y a condición de que la Argentina cumpla con las metas fiscales, monetarias y de inflación

 

5.- Mientras tanto, el Banco Central continúa sacrificando reservas. Este miércoles bajaron u$s396 millones. En los tres primeros días de la semana, perdió u$s1.056 millones (ya se encuentran en u$s54.300 millones)

 

En ese contexto, ocurrió lo inevitable: el ámbito político volvió a ser un hervidero de rumores sobre cambios de nombres en el Gabinete. Para empezar, se volvió sobre el debatido tema de si se debe sustituir el actual esquema de "mesa chica" y decisiones atomizadas por el clásico "superministro" que concentre el poder de las decisiones. El ex titular de Hacienda, Alfonso Prat Gay, insistió sobre la cuestión durante una entrevista televisiva el martes a la noche.

"Para ordenar esta economía, que es un quilombo, necesitás un ministro de Economía. Si no hay un responsable que tenga la visión general, se nos van a ir los desequilibrios. Si se elige el camino del gradualismo, exige un monitoreo", sentenció.

Los nombres de Nicolás Dujovne y, sobre todo, del jefe de Gabinete Marcos Peña, son por estas horas los blancos de las especulaciones políticas. Mientras tanto, el mercado se prepara para nuevas jornadas nerviosas, con la tónica de otro escenario conocido: nadie quiere vender dólares y el sector público aparece como el único oferente.

El escenario sigue propicio para nuevos deslizamientos del tipo de cambio, lo cual por un lado cumple la expectativa de un ajuste -aunque sea "por las malas", al licuar en dólares el gasto público-. Pero, por otra parte, la inestabilidad agrava el enfriamiento económico y pone una cuota de nerviosismo político.

En su peor momento, el macrismo busca superar la desconfianza de un mercado que -paradójicamente- ya no cree en discursos "market friendly".

 

Fuente: iProfesional

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