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18/07/2019

Des-agrietar: Antes de que sea demasiado tarde

 

Seguimos agrietados nomás. Hay historia guardada en archivos de la memoria colectiva para hacer mil videos más, para castigar a unos y a otros. Tenemos que salir de esta trampa binaria y letal. Caso contrario, no tendremos destino alguno como Nación.

No me la cuenten a mí que los denuncié, sin fueros, firmando cada hoja del escrito de denuncia y habiendo sufrido un cobarde y ramplón “robo” en mi estudio como claro mensaje en represalia por mi osadía. Tampoco, a fuerza de ser sincero, me sentí acompañado por ninguno de estos personajes de “Juntos por el Cambio” que hoy están aliados -contra natura- con Pichetto, Asseff y Rossi, entre otros.

Recuerdo como si fuera hoy cuando nos puntearon en figuritas a Kisser y a mí algunos “comedidos” de Cambiemos (ahora Juntos por el Cambio) a las pocas horas de que la prensa revelaba la denuncia que habíamos hecho por el enorme e impúdico negociado por el Cierre Norte Eléctrico con los chinos o como cuando con Raymundo denunciamos el escandaloso y abyecto negociado que con la complicidad del IAPV hizo la “Mutual Modelo” con las 800 viviendas financiadas por el gobierno nacional, y venían funcionarios de Macri a Entre Ríos a bendecir semejante negociado infame, poner la mejor cara de boludos (y yo no fui) y a criticar a quienes lo habíamos denunciado judicialmente.

No nos olvidemos tampoco del canalla del ministro Aguad que pretendió irresponsable e irrespetuosamente minimizar la presencia del golpista Aldo Rico en el último desfile militar, siendo que fue el patriota expresidente Raúl Alfonsín quien con la altura propia de un estadista y el acompañamiento del pueblo argentino, lograron reducir y conjurar ese levantamiento contra el Estado de Derecho y las instituciones de la República, y, sin embargo, nadie del gobierno salió a decir tan sólo media palabra y poner las cosas en su lugar.

Podría seguir enumerando cientos de ejemplos más, pasando por el padre del Presidente (f) hasta su primo hermano Calcaterra o sus amigos (casi hermanos), Lopetegui, Cabrera, Nicky Caputto, hasta llegar al impresentable de Angelici, que cada tanto, nos sorprenden con lo que con cierta diplomacia desde el gobierno llaman livianamente “conflictos de intereses”.

Esto sólo para que se tome conciencia de que hay de todo y para todos, sin excepción.

No podemos seguir siendo rehenes encorsetados en la mediocridad de esta tensión dialéctica: “Miedo vs. Miedo”. Miedo a volver al pasado contra miedo a no alcanzar nunca el futuro. Ni los K, sin computar que hicieron de la corrupción y la falta de transparencia una política de Estado, ni la UTE electoral Cambiemos (ex), han estado a la altura de las circunstancias.

Ni los K fueron los sensibles progresistas que dicen ser, ni a Macri lo escolta el mejor equipo de los últimos 50 años (ni siquiera de los últimos cinco segundos) que prometió pobreza cero y terminar con el flagelo de la inflación. Definitivamente: ni Macri es la dictadura ni un triunfo de AF -CF pondría en peligro la democracia. Ambas son astillas de la misma grieta construida y profundizada desde una y otra y otra facción (en rigor, laboratorios del odio y el desencuentro).

Apuesto desde la ética de las convicciones, pero también de la responsabilidad (M. Weber, dixit) a superar este estado de cosas, a “des-agrietar” la Argentina, a recrear un clima de concordia y sana convivencia, donde se produzcan profundos y apasionados debates, pero con altura, respeto y tolerancia.

Coloquemos mucho más alta la vara de la política, despojémonos de odios y resentimientos. Volemos alto, muy alto y dejemos de reptar por la llanura de lo mediocre, aciago y engañoso. Nadie es más que nadie ni tiene el monopolio de la verdad.

Debemos, como un imperativo ético insoslayable, generar un debate de calidad y volumen intelectual que esté a la altura de nuestras necesidades reales. Debemos, sin abandonar ideales ni principios, aggiornarnos a un mundo cambiante y a construir inteligentemente herramientas de sensibilidad y resistencia a un capitalismo feroz e irracional, que como dijo el Premio Nobel de Economía Stiglitz, “crea riqueza arriba, pero también crean miseria abajo”.

De nuevo y por última vez, que prevalezca la bonhomía entre nosotros y demos un salto de calidad.

Soy frentista, creo férreamente en las coaliciones de gobierno, pero reniego y abjuro de los amontonamientos de dirigentes, sin un proyecto común ni valores compartidos. Creo en convicciones por sobre las conveniencias y en el valor de la palabra.

Definitivamente debemos aprender a no confundir nunca más slogan políticos con categorías históricas, ni alianzas electorales con gobiernos de Coalición.

Por último, y esto ya es algo muy personal: no me banco, me resisto a ser conducido acríticamente por un laboratorista social y un improvisado comandante de trolls. Creo en el hombre y en su libertad creadora y creo en la política y su fuerza transformadora.

 

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