Hace semanas que en las islas del Paraná, frente a Rosario, se vienen produciendo incendios intencionales casi a diario con el fin, se presume, de conseguir pasturas tiernas para el ganado en verano. La situación se tornó crítica en el Gran Rosario que recibe toda la combustión que genera las miles de hectáreas encendidas además del daño ecológico en uno de los humedales más importantes que tiene el país.
Lo más preocupante es que días atrás, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, que tiene jurisdicción sobre las islas, se había comprometido con su par de Santa Fe, Omar Perotti, a prevenir nuevas quemas pero este domingo los incendios enfrente de Rosario dieron un espectáculo dantesco y la atmósfera se tornó irrespirable.
"Estamos movilizando nuevamente el operativo del Sistema Nacional del Manejo de Fuego con los dos aviones hidrantes que están en la zona y van a venir dos más junto a un avión vigía y helicópteros para atacar los nuevos focos", adelantó a La Política Online Gabriel Gasparutti, secretario de Protección Civil de Santa Fe.
Las autoridades temen que estos nuevos incendios que comenzaron el sábado sean aún más grandes que los que tuvieron que combatir en los dos operativos de junio, donde el segundo fue cinco veces más importante que el primero y ahora, a simple vista, el de este fin de semana parece ser más grande aún.
Hasta ahora, la justicia federal de Entre Ríos imputó a siete personas que son propietarios de terrenos en las zonas incendiadas por los delitos de "incendio u otro estrago y atentado contra la seguridad de naves o aeronaves", entre ellos Rufino Pablo Baggio, dueño de la marca de jugos que lleva su apellido.
Lo curioso es que la policía entrerriana de islas, que cuenta con escasísimo personal y recursos para las 500 mil hectáreas que deben cubrir, insisten que se trata de la displicencia de kayakistas que el fin de semana habrían invadido las playas isleñas. Sin embargo, en el gobierno de Santa Fe ni en la Municipalidad de Rosario comparten este diagnóstico y aseguran que se trata de fuego intencional.
De hecho, funcionarios del gobierno santafesino que hablaron no ocultaron la bronca e indicaron que el viernes pasado se retiró el último helicóptero del segundo operativo y al día siguiente ya habían vuelto a prender fuego. "Cada día cuesta entre 10 a 15 millones de pesos, ya llegamos gastado 250 millones y la próxima semana vamos a tener que derivar otra partida de más de 100 millones", explicó Gasparutti.
En la misma sintonía se expresó el intendente de Rosario, Pablo Javkin, quien acusó por twitter al gobierno de Bordet de ser impasible frente a la dramática situación: "Más que la entrada de rosarinos (por el aumento de contagios de coronavirus que viene teniendo la ciudad), lo que debería impedir Entre Ríos es esto. Y la justicia tiene que meter presos a los responsables", escribió en su Twitter con un video que mostraba cómo el fuego avanzaba sobre la vegetación virgen del reservorio.
Por otro lado, esta situación fue advertida a principio de año por los ecologistas porque "estaban todas las condiciones para que sucediese; una bajante histórica del nivel del Paraná y por la falta de lluvias en la alta cuenca -sur de Brasil y Paraguay-, un cóctel que vaticinaba que esto podía ocurrir", explicó a LPO el periodista Sergio Rinaldi, especializado en temas de Medio Ambiente e integrante Taller de Comunicación Ambiental.
Es que luego de 2003, cuando se inauguró el Puente Rosario-Victoria, las cabezas de ganado se multiplicaron ostensiblemente en el humedal. Entre 2007 y 2008 las quemas fueron tapa de los principales diarios cuando las cenizas y el humo llegó a Capital Federal, recordó Rinaldi.
Este sábado, las agrupaciones ecologistas hicieron una manifestación en la cabecera del puente cuando a la misma hora empezaron los nuevos focos. "No hay duda que son intencionales y que lo han hecho como un desafío al reclamo de la ciudadanía", se indignaron los organizadores.
Según datos del INTA, las islas representan una superficie de 1,1 millones de hectáreas de los cuales el 80% predominan los pastizales y pajonales de gramíneas en las zonas más altas y se estima que hay más medio millo de cabezas de ganado y para tener pasturas tiernas a fines del invierno los productores queman el suelo, un recurso arcaico, criticó Rinaldi.
Por tal motivo, las distintas ONG que se dedican a la defensa del Medio Ambiente impulsan la Ley de Humedales que pondría fin a la actividad ganadera en la zona. Por ello es que hay una fuerte resistencia de las entidades del campo a que se avance con la legislación.
Fuente: LPO