Tal como venían denunciando los padres, los alumnos del nivel primario de la Escuela Nº 3 Bernardino Rivadavia no pudieron comenzar las clases en el establecimiento ubicado en la esquina de calles Cervantes y Tucumán de Paraná.
Son más de quinientos alumnos que asisten al nivel primario en los turnos mañana y tarde.
Es que las –estancadas- obras de reparación que comenzaron tras el incendio sufrido en septiembre del año pasado, y el peligroso deterioro de la infraestructura, no garantizaban las condiciones mínimas de seguridad para asistir a clases en el estado en que se encuentra el edificio. Tras más de diez años de reclamos.
Un grupo de padres denunció a NOTICIAUNO que en la escuela Rivadavia “hay hierros, alambres, mucho polvillo, materiales peligrosos, alacranes y arañas”.
La escuela Rivadavia está en obra desde hace meses, desde que se incendió su salón de actos.
Contra lo que se había prometido oficialmente, los trabajos de reparación no registraron avances durante el receso de verano.
Así está hoy la escuela Rivadavia.
A pocos días del inicio del ciclo lectivo, la decisión de un grupo de padres de no enviar a sus hijos en esas condiciones, logró que las autoridades provinciales–a último momento- resolvieran trasladar a todo el nivel primario al edificio viejo de la Escuela Centenario, ubicado en calle Alameda de la Federación, hasta que culminen los arreglos.
Prometieron a los padres y a toda la comunidad educativa que “los alumnos –de entre seis y once años de edad- de la Rivadavia iban a ocupar el lugar -unas doce aulas- adonde actualmente asiste el nivel secundario, porque el nivel medio de la Centenario iba a ser trasladado al edificio nuevo que está enfrente”.
Finalmente este lunes, cuando comenzaron las clases, padres, docentes y alumnos se encontraron con que el lugar destinado para que los niños de la Rivadavia cursen el presente año escolar (ese tiempo demandaría la finalización de los trabajos en el edificio de calle Cervantes) era el sótano de la Escuela del Centenario.
“El sótano es un lugar que se utiliza para el desecho”, dijeron las fuentes consultadas por este medio.
Después de casi diez años de reclamar sin respuestas la reparación del establecimiento que presentaba riesgo edilicio, de haber padecido un incendio por el vetusto estado de las instalaciones eléctricas, después de soportar la paralización de las obras a poco de comenzarlas por el atraso de los pagos a la empresa constructora, después de haber transcurrido todo el receso estival sin que se registren avances, después de decidir sobre la marcha que los alumnos asistieran a otro edificio hasta que concluyan los trabajos, tras todo ese derrotero, los niños de la primaria fueron depositados en un SÓTANO.
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Un sótano no tiene iluminación ni ventilación. “No hay ventanas en un sótano”.
El sótano “es una especie de pasillo largo, oscuro”, describieron los padres consultados por NOTICIAUNO.
“Los tres primer grado, los tres segundo grado, los tres terceros, los tres cuartos grados, los tres quintos y los tres sextos, todos comparten el sótano”.
“Cada maestro trata de ubicarse en un rinconcito con sus alumnos, como pueden, para no interferir con los demás docentes y grados que también intentan dar clases y están ubicados a centímetros uno del otro. Sin nada que los separe físicamente”.
Los padres denunciaron que a la salida, cuando fueron a buscar a los chicos, se enteraron que “una maestra que está embarazada se descompuso por la falta de aire”.
Otra docente, que sufre claustrofobia, “debió ser medicada para continuar dando clases”.
No hay aire. No hay luz. No hay ventanas.
Por si esto fuera poco, “el primer día de clases los baños destinados a los alumnos de la Rivadavia no podían usarse. No los habían habilitado porque el personal de maestranza de la Rivadavia no los había limpiado”.
Entonces, los chicos de la primaria de una escuela y la secundaria de otra debieron compartir baños.
“Los funcionarios no tienen en cuenta tampoco la problemática social que se vive en todas las escuelas”.
La desesperación por el estado del lugar, hizo que unos doce padres del turno mañana se ofrecieran “voluntariamente a realizar la limpieza de los baños y el sótano todos los días”.
Adelantaron a este medio que se presentarán “en la Dirección Departamental de Escuelas para colaborar con la limpieza. Nuestros hijos no pueden estudiar en estas condiciones, aunque estén en un lugar que no les corresponde”.
Al hacinamiento que sufren “para estar en clases”, se suma que los alumnos -que tienen entre seis y once años- deben compartir el patio durante los recreos con los adolescentes –más grandes- que asisten al nivel secundario de la Centenario.
Por si esto no fuera suficiente, cuando los padres quisieron acompañar a sus hijos en el primer día de clases (este lunes comenzaron tras el paro docente), se toparon con una orden que “les impidió ingresar al establecimiento”.
En la puerta les transmitieron que “sólo dos padres por día–de los más de 500 alumnos- podrán entrar a la escuela”. El resto no podrá acompañar a sus hijos, ni ver en qué condiciones están.
“Esa es la orden que dieron los directivos de la Escuela Rivadavia, por indicación de los directivos de la Escuela Centenario”, afirmaron.
¿Para que no vean el estado en que deben tomar clases sus hijos?
Si el escenario descripto hasta aquí es desastroso, el panorama para el resto del año es aún menos alentador.
Es que las obras encaradas en el edificio donde debe funcionar la Escuela Rivadavia están “prácticamente paralizadas”.
La empresa Cemyc, adjudicataria de la obra, “prácticamente no hizo nada en todo el verano”.
Es por ello que la Escuela Rivadavia parece hoy “un campo de guerra, abandonado”.
Razonablemente, nada indica que los trabajos en la escuela Rivadavia estarán concluidos en el mes de octubre, como señaló la promesa oficial.
Todo indica que quinientos niños de entre seis y once años cursarán este año -y tal vez el próximo- HACINADOS EN UN SÓTANO.
La desvergüenza y desidia estatal no tiene límites.
¿Podrá acaso algún fiscal, de oficio, darse una vuelta y constatar esta denuncia?
Los DERECHOS de más de quinientos niños y niñas, de docentes y padres que ESTÁN SIENDO VULNERADOS por el accionar –u omisión- estatal NO DEBERÍAN ESCONDERSE BAJO TIERRA.
Fuente: Noticiauno