Jueves, 21 de Noviembre de 2024 | 11:51:15

Interna radical: primero los hombres, después el partido y luego la gente

Por sus diferencias internas, el radicalismo -que elegirá a la nueva conducción partidaria en octubre- traba en la Legislatura la Ley de Endeudamiento que necesita la gestión de Gustavo Bordet.

El 30 de octubre la UCR entrerriana debe elegir nuevas autoridades partidarias.

En medio de la crisis que atraviesa a todos los partidos políticos, éste podría ser un momento que permita al centenario partidario llevar adelante un proceso eleccionario que sólo persiga dirimir consensos en pos del interés del Pueblo. Algo así como que el radicalismo podría en esta instancia demostrar que el partido es sólo la herramienta para acceder al poder con el sólo fin de solucionarle los problemas a la gente. O a los militantes radicales, al menos.

No un botín de guerra con el que hay que quedarse a costa de lo que sea, aún de su propio destino.

Máxime en una provincia también castigada por la herencia kirchnerista que acapara la escena nacional .

Este debiera ser un río revuelto ideal para un buen pescador.

Pero tal vez el costado más débil del radicalismo sea el eterno estado de deliberación en el que vive, que se exacerba en tiempos de elecciones, internas o generales.

Esto que podría ser considerado una virtud en tiempos de holgura –económica y electoral- porque nadie puede negar que el debate enriquece, se transforma en el peor defecto radical en tiempos de achique –económico y electoral-. Salvo en Paraná, el radicalismo provincial puede dar fe de las consecuencias negativas de vivir en un permanente estado de deliberación, que casi siempre termina obligándolos a negociar de apuro su participación en sociedades electorales donde, encima, no siempre se logran los mejores dividendos.

Ese permanente estado deliberativo, por más que alguna dirigencia radical no quiera reconocerlo, es el que hoy ata la suerte de la UCR a la suerte de la alianza que gobierna el país, a la que el radicalismo le prestó -en comodato- el desarrollo territorial y el prestigio republicano.

Por suerte para el militante radical aún quedan sectores dentro del centenario partido con una dosis importante de sensatez. Y pragmatismo, casi peronista. Son aquellos que creen en la necesidad de una renovación y que a la vez consideran que hay que ahorrarle al partido los desgastes innecesarios. Que hay que demostrarle a la sociedad que el partidismo y el interés sectorial es patrimonio del Peronismo. Y que los peronistas tienen una dura tarea que realizar en ese punto.

Los mismos que -en voz baja- comparten y se preocupan por los duros diagnósticos de la situación social generada a partir de las decisiones de quien lidera a nivel nacional la sociedad electoral de la que FORMAN PARTE. Los más necios hablan de sociedad "gobernante".

Como sea, una sociedad en la que hasta el momento, la UCR no ha participado en el reparto de utilidades. Aunque el balance final se hará después de octubre 2017.

Y si la reconstrucción del Peronismo no parece tarea fácil, la del Radicalismo tampoco.

Hacer los deberes supondría un esfuerzo de la dirigencia radical, que “unida”, demuestre que es capaz de solucionar primero sus problemas internos. Siempre sin anteponer los intereses partidarios a los intereses del Pueblo.

Pero todos miran el 2017, año electoral clave para todos. Y a los más inexpertos –en la jerga política los llaman "colgados de las listas"-  la previa de un proceso electoral -en este caso interno- a veces los confunde. Claro que la confusión de prioridades hoy afecta a todas las fuerzas políticas, no sólo al radicalismo.

Pero contra lo que indicaría el sentido político y hasta el sentido común, los radicales han trasladado esa confusión de prioridades partidarias a la legislatura provincial, que es una de las instituciones que debe solucionar los problemas de la gente. No el ámbito para dirimir cuestiones partidarias.

Para eso está el Partido.

A casi un año de haber asumido en sus bancas, los bloques de Cambiemos en ambas Cámaras no logran demostrar una visión común -de bloque- en temas que son claves para mejorar -o empeorar- la calidad de vida de los ciudadanos. Y esos desacuerdos no pueden justificarse con el pretexto de que es sano no estar de acuerdo. Este es el estado deliberativo del sector radical menos pragmático. Y el que confunde Partido con Instituciones.

Veamos.

Los senadores de Cambiemos quieren que parte del financiamiento externo que consiga Gustavo Bordet vaya a los pueblos más pequeños. No sólo a los municipios medios y grandes. Y en esa línea aprobaron un proyecto que destina a las Juntas de Gobierno algo más de 20 millones de dólares (cuando se consiga ese financiamiento).

Pero los diputados de Cambiemos lo tienen frenado en la otra Cámara.

Devolviendo la gentileza, los senadores de Cambiemos no están dispuestos a votar el financiamiento que los diputados de su mismo bloque quieren para los municipios. Unos 100 millones de dólares (que también depende de lo que consiga la Provincia), hasta que los Diputados no voten el financiamiento para las Juntas.

Dato: no votar el financiamiento de los municipios implicaría trabar la ley que autoriza al gobierno de Gustavo Bordet a colocar deuda en el exterior, que traería algo de oxígeno a las complicadas cuentas provinciales.

Hasta el momento, ningún radical planteó en la legislatura argumentos para no votar basados en criterios legales o de transparencia, o algo similar.

El retraso huele a desacuerdo interno partidario, que se antepone ahora a las necesidades de los entrerrianos.

El diputado Sergio Kneeteman que lidera en la cámara baja el bloque de Cambiemos, (internamente) responde a la actual conducción del radicalismo.

El senador Raymundo Kisser, que lidera en la cámara alta el bloque de Cambiemos, responde al sector radical que propone una renovación partidaria, y en ese tren, propicia la candidatura de Marcelo López para presidir la UCR después de las internas de octubre. Candidatura “impuesta” según el sector partidario que integran los diputados.

Como se ve, los radicales hasta el momento no logran conciliar.

Ni en el partido, problema de los radicales.

Ni en la legislatura. Problema de la gente.

Por fortuna para el peronismo, la crisis fiscal por la que atraviesa la Provincia y la herencia recibida no encuentra en la UCR tantos buenos pescadores.  

Los dirigentes más sensatos del radicalismo, los que reconocen que no son ni serán socios en el reparto de utilidades del gobierno nacional, pero que tienen en claro que deberán afrontar pérdidas si las hubiere, tendrían que recordar que en este esquema es el Pro el que está en mejores condiciones de “abonar” los mejores cursos de pesca.

 


 

Fuente: Noticiauno

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